El sapo parece mandado hacer para personaje. Eso de que viva tan cómodo en la tierra como en el agua, ese canto inconfundible que tiene, su cuerpo rechoncho y chato, sus saltos, sus ojazos, su "sonrisa" gigante... Todo en el llama la atención y provoca imágenes e historias. En los cuentos tiene un papel bien definido. Un petiso pero bravo, que enseguida se envalentona. Su hay que pelear, pelea. Después vuelve al yuyo. Pero, como el cuento guardado en la memoria, es un tiempo nomás. El sapo siempre vuelve.
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